HE DICHO
Una mirada al pasado
Suele suceder que los críticos, investigadores, admiradores
de un escritor queremos elevar a obras mayores lo que son obras menores, en
este caso, de Miguel Delibes. He dicho
es un libro precioso, distinto, que publicó Delibes en 1996, ahora hace 20
años. Estamos, por tanto, de celebración. El año pasado celebramos el vigésimo
aniversario de He dicho, los 50 de Cinco horas con Mario, los 30 de Castilla habla, los 60 de Un novelista descubre América, los 50 de
USA y yo… Con Delibes es fácil estar
siempre de aniversario.
En 2016 ha tenido cierta resonancia el recuerdo de los 50
años de Cinco horas con Mario pero se
ha leído poco sobre los 20 años de He
dicho. No digo que no se haya escrito nada (aunque estoy atento a todo el
orbe delibesiano), pero al menos yo no lo he visto. Y me parece natural que se
recuerde con más interés la obra de Menchu y Mario que este libro de
reflexiones varias sobre la vida. Cinco
horas con Mario ha tenido históricamente más éxito de público (en su
lectura y en el teatro), más difusión escolar, mayor proyección. Que una obra
como Cinco horas con Mario pasara del
papel a los escenarios supuso un nuevo empuje. Que Lola Herrera representase
durante tantos años el papel de Menchu, mejoró todavía más el buen cartel que
ya tenía el libro.
Dicho esto, sí, Cinco
horas con Mario tiene más categoría que He
dicho. Al final, la vida y los libros son así, unos mejor que otros, pero He dicho tiene unas virtudes que hacen
su lectura interesante. En primer lugar es un libro de Miguel Delibes, persona
que no escribió nada a la buena de Dios y, por tanto, persona a la que merece
la pena leerlo siempre. Además, es un libro indicado para gente que busca tanto
la literatura de Delibes como sus yo como persona. En He dicho nos vamos a encontrar con los pensamientos al desnudo del
escritor sobre temas como la caza, el cine, la novela contemporánea, los
premios literarios… Ante los libros cargados de personajes, que cazan o no, los
libros autobiográficos, con caza o sin ella, este He dicho nos sumerge en el Delibes reflexivo sentado en su
silla de madera de su piso de Valladolid o el Delibes meditabundo que daba
paseos por Sedano. La lectura de He dicho
nos acerca a las opiniones que tenía Delibes sobre el mundo que le rodeaba y
sobre sus propios pasos en la vida. En las primeras páginas del libro ya nos
suelta el comentario que le merece “la figura de Félix Rodríguez de la Fuente
con sus teorías franciscanas sobre el lobo”. Como buen castellano, llama al pan
pan y al vino vino y habla del magnetismo que tenía Félix con los animales,
pero que no está de acuerdo con él en sus teorías franciscanas.
Treinta páginas después filosofa sobre la caza y sentencia:
“La caza torna paleolítico al hombre civilizado y le procura unas vacaciones de
humanidad.” Y añade un “matiz sustancial”, es decir, básico, a la idea de
Ortega: “El hombre-cazador (...) sale al campo no sólo a darse un baño de
primitivismo, sino también a competir, a comprobar si sus reflejos, sus
músculos y sus nervios están a punto (...)”.
En el capítulo II el escritor reflexiona sobre el escritor:
“En realidad, mi línea de trabajo ha sido la novela, aunque en ocasiones haya
venido acompañada de ensayos, libros de caza o de viajes y narraciones breves”.
En capítulos posteriores opina sobre el premio Nadal, el cine, los amigos, las
cosas de la vida. Y todo esto, que es un tesoro en cuanto que lo cuenta
Delibes, es algo que cree el escritor que “tal vez pueda interesar a alguien”, fiel
a su viejo estilo de humildad y sencillez.
Miguel Delibes, se nos muestra en este libro, y así lo dejó
escrito Umbral, como uno de los “grandes maestros del sentido común”. Si nos
planteamos leer He dicho durante las
próximas vacaciones, pensemos que lo que nos vamos a encontrar es al hombre
Miguel Delibes, al yo del escritor y su circunstancia. Si eso es lo que
queremos conocer, adelante.
JORGE URDIALES YUSTE
Doctor en periodismo. Profesor
Especialista en Miguel Delibes
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